18/09/2023 22:32
Cosechas a la baja, elevados niveles de existencias al inicio de campaña, altos costes de producción y, sobre todo, descenso del consumo en España y en el exterior que obligaron a una destilación de crisis, son los factores más importantes que están marcando la actualidad de la actividad en los mercados del vino y, en consecuencia en la vendimia
Consecuencia de la sequía general en todo el territorio, aunque sus efectos han sido muy dispares según zonas en función de las lluvias recibidas y momento de las mismas, la campaña se presenta globalmente con una producción a la baja de solo unos 35 millones de hectolitros, lo que supone una reducción media del 15% sobre los 40,7 millones de la campaña anterior y de un 20% sobre la media de los últimos años de 43 millones de hectolitros. Este ajuste discreto de la producción en un año de sequía como este que ha supuesto recorte de producciones como los cereales o el aceite con caídas superiores al 40%, radicaría en la existencia de casi 400.000 hectáreas de superficie de riego sobre las 960.000 hectáreas totales de viñedos.
Con la sequía, pedriscos y heladas como protagonistas en la parte negativa de la balanza, pero también con lluvias beneficiosas puntuales en otras zonas caídas de forma irregular, en la región más productora con el mayor viñedo del mundo como Castilla la Mancha, la cosecha esperada se sitúa entre los 17 y los 18 millones de hectolitros frente a una media superior a los 25 millones de hectolitros. En otras zonas productoras como Cataluña, los efectos de la sequía también han sido muy elevados. En otras regiones importantes productoras de vinos con denominación de origen como Ribera de Duero la cosecha es buena de unos los 110 millones de kilos con una materia prima de calidad, como en Rioja con una producción de unos 350 millones de kilos o en Rueda con el blanco como protagonista
En todos los casos, en el sector del vino, como en el resto de las producciones agrícolas, la campaña ha estado marcada por los elevados costes de producción con incrementos medios superiores al 30% especialmente por abonos, energía y tratamientos fitosanitarios que, en totalidad de los casos, no han sido cubiertos por los precios pagados por las bodegas privadas. En las cooperativas, donde se opera a resultas, cada entidad lleva su estrategia de pagos en diferido y aplica sus mecanismos por diferentes conceptos.
En ese contexto, los precios pagados por las bodegas en territorios como Castilla la Mancha para la variedad más generalizada, la uva blanca Airén, se sitúa en 0,20 euros kilo como precios base, para llegar a los 0,35 euros kilo en la variedad de tempranillo, muy por debajo de unos costes de producción estimados por Coag en 0,43 euros kilo en blancas y de 0,52 euros en tempranillo. En Cataluña, con una cosecha a la baja por la sequía, los mayores precios, por encima de los 0,60 euros, corresponden a las uvas para la elaboración de cava. En Ribera de Duero los precios para uva de calidad van de 1,20 a 1,40 euros kilo con partidas que llegan a los dos euros. En Rioja, los precios medios no llegan a los 0,60 euros para variedades tintas y superan esa cifra las escasas producciones de uvas blancas, situación que se repite en Rueda bajo el dominio de los blancos. En Toro, los precios van desde los 0,20 euros para la varietal garnacha o malvasía, a una media de 0,40 para la Tinta de Toro, cifras en todos los casos muy inferiores a las pagadas la campaña anterior con 0,30 euros para la Malvasía o 0,57 para la Tinta de Toro.
Sequías, precios y producciones aparte, en el sector del vino, la nota más destacable en este momento está marcada por el la evolución del volumen de la demanda interior y también por las exportaciones. Según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino, la demanda en España alcanzó en los últimos años la cifra record de los 11 millones de hectolitros en 2021 para caer a solo nueve millones de hectolitros y repuntar en el último ejercicio hasta los 9,7 millones de hectolitros, lo que supone un consumo de poco más de 20 litros por persona y año. De ese volumen de consumo, los tintos suponen unos 5,4 millones de hectolitros y los blancos 4,3 millones. El dato más importante a destacar es el crecimiento permanente en los últimos años de los vinos blancos frente a la caída de los tintos.
Una situación similar se repite en las ventas en el exterior con un volumen que ha caído desde los 23 a los 20,9 millones de hectolitros en los últimos años, lo que supone un descenso de casi un 4%, mientras en valor hay un incremento de casi un 3% hasta los 3.000 millones de euros. La parte más negativa es que los graneles siguen dominando las ventas con el 55% de las salidas, especialmente a Francia, Italia, Alemania o Portugal a una media que no llega a los 0,50 euros litro. En el lado positivo de esas ventas es que son salidas necesarias para ajustar oferta a demanda y reducir los excedentes.
Esta campaña se inició con existencias de unos 39 millones de hectolitros lo que suponía un aumento de las mismas en unos 900.000 hectolitros, y que desembocó en la destilación de unos 400.000 hectolitros fundamentalmente de Extremadura, Cataluña. En Rioja, a pesar de elaborar en esta Denominación de Origen caldos de calidad y de las medidas de recorte adoptadas en la producción en el campo, las existencias no han parado de crecer durante ya varias campañas por una oferta no ajustada a los gustos cambiantes de los consumidores, tanto en el mercado interior como en el exterior que tienen un mayor interés por los vinos blancos o rosados con menos graduación que por los tintos.
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