06/09/2023 09:12
El seguro agrario, con la sequía como protagonista, registraba en 2022 la cifra de siniestralidad más alta de los últimos 40 años desde el nacimiento del seguro con 806 millones de euros, dos millones de hectáreas afectadas y 1,67 millones de siniestros. Hoy con la sequía también de fondo, al mes de julio de este año, la siniestralidad lograba un nuevo record con 2,9 millones de hectáreas afectadas y con unas primas de 858 millones y estimaciones de pagos de 907 millones de euros, la mitad en los cultivos herbáceos, con posibilidad de llegar a los mil millones a poco que se tuerzan las condiciones climatológicas hasta diciembre y con la última dana ya como protagonista contra algunas producciones de frutos secos.
A las compañías aseguradoras no les salen las cuentas ante el desajuste entre primas y pagos de indemnizaciones por siniestro. Como primera salida y respuesta a la situación han dado el primer paso y logrado un incremento de las primas que se suma al mantenimiento de las franquicias para tratar de asegurar la rentabilidad del negocio.
Desde el sector agrario no se ponen peros a que las aseguradoras traten lógicamente de rentabilizar su negocio, no son ONGs, pero señalan que el seguro agrario, para garantizas su viabilidad a largo plazo, no solo necesita esa subida de las primas, sino una revisión a fondo para que el mismo sea igualmente de interés para los agricultores y ganaderos. En esa línea, el sector invita a un debate para analizar diferentes aspectos del seguro que se deberían ajustar y que frenan su desarrollo.
Se ve normal una rebaja del número de pólizas de más de 400.000 a unas 390.0000 simplemente por una reducción de explotaciones y una mayor dimensión de las mismas, pero no que la superficie asegurada haya caído en el último aña un 4,7% hasta 6,19 millones de hectáreas. El sector estima necesaria una revisión de diferentes líneas en materia de volumen a asegurar y primas para hacer más atractiva la contratación, revisar los sistemas de penalizaciones o elevar el importe de todas las subvenciones al 70% del coste de las pólizas.
Sobre el volumen total de superficie asegurada, se considera como un fracaso el hecho de que haya un elevado volumen de hectáreas en unas producciones como los herbáceos, casi el 70% y en determinadas zonas, mientras en otras la contratación de un mismo cultivo es mínima o que suceda lo mismo para superficies tan importantes como el olivar, que no acaba de arrancar. Se estima que el seguro debe ser un instrumento atractivo para todas las explotaciones y no solamente para las que tienen los mayores riesgos. Se ve clave una mayor generalización del seguro a todas las producciones agrícolas, mucho más a las ganaderas donde en algunas producciones su implantación es casi inexistente, simplemente para reducir los riesgos globales de la propia actividad aseguradora.
Desde el sector se coincide en la necesidad de aumentar los fondos destinados al seguro agrario .El presidente de Asaja Pedro Barato apuesta porque parte de ese incremento pudiera proceder de los recursos de la Política Agrícola Común como un instrumento de apoyo a las rentas.
El Ministerio de Agricultura mantuvo prácticamente congelados los fondos para subvencionar las primas en 211 millones entre 2015 y 2018. Con la llegada de los socialistas a Atocha, los recursos experimentaron un fuerte incremento año tras año hasta los 317 millones de euros del último ejercicio para garantizar que las subvenciones a las primas superan una media superior al 40%, pudiendo llegar al 70% para jóvenes profesionales. A esta cantidad se suman otros 67 millones aportados por algunas Comunidades Autónomas para los agricultores en una estrategia muy dispar entre territorios vecinos lo que da lugar a situaciones de discriminación entre profesionales de un mismo cultivo en pueblos limítrofes que operan en un mismo mercado.
Al margen de los debates sobre la existencia o no del cambio climático, los datos del seguro agrario reflejarían que en la última década se ha registrado un aumento de la siniestralidad básicamente por la sequía, pero también por otros fenómenos como pedriscos, heladas o inundaciones. Las sequías tienen una periodicidad más corta; otros siniestros como heladas o pedrisco tienen una mayor virulencia y se pueden producir fuera de los periodos cuando se consideraban como normales.
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