La cosecha de cereales, cuando faltan escasas semanas para la finalización de la misma en las tierras más altas de Castilla y León, se confirma como la más baja de las últimas décadas con unas cifras que,  según diferentes estimaciones, la sitúan en el entorno de entre 10,2 y 10,7 millones de toneladas, lo que supone la necesidad de unas importaciones record de unos 27 millones de toneladas. España tiene unas necesidades totales de cereales de unos 36 millones de toneladas de las que 27 corresponden a la alimentación animal, 4,5 millones para alimentación humana y unos 2,7 millones de toneladas para usos industriales.

En lo que afecta a las cotizaciones de los mercados, la situación es similar a una montaña rusa donde se ha pasado de la cifras elevadas de los inicios de campaña a caídas donde, junto a datos sobre producciones, se han notado lo efectos debidos a cuestiones geopolíticas en la mayor parte de los casos ligados a la invasión de Ucrania y al cierre o la apertura del corredor para exportar los más de 40 millones de toneladas que colocaba en el exterior.

Hoy, consecuencia también de bajas cosechas en otros países comunitarios por la sequía frente a las previsiones más optimistas de hace unos meses, así como en Estados Unidos, los precios de los cereales han experimentado un ligero repunte hasta uno 230 euros tonelada en cebadas y los 250/60 euros en trigos y maíz, línea que se espera siga en los próximos meses

En este contexto, con la posibilidad siempre abierta de llegada de cereales a los puertos, desde el sector agrario se apoya una estrategia de los agricultores de no retener en exceso la mercancía y dar salida a la misma de forma progresiva para evitar desabastecimiento de cara a la demanda ganadera y evitar así más importaciones a menos precio.