22/05/2022 19:00
Desde Cádiz a las tierras altas de Castilla y León o Aragón, el girasol se ha convertido esta campaña en el cultivo más alternativo en las siembras con un incremento de las superficies superior al 20% hasta superar las 900.00 hectáreas. Ello supone romper el retroceso de los últimos tiempos donde las siembras han ido cayendo, desde los dos millones de hectáreas en los años noventa al hilo de pagos por superficie, hasta el millón de hectáreas de los últimos años y las 630.000 hectáreas de la campaña pasada. Se trata de una caída de siembras y oferta de producción interior provocada por los bajos precios pagados por las industrias en el campo cuando optaban por las importaciones, entonces muy baratas fundamentalmente desde los países del este, dependencia que hoy sufren los consumidores.
Esta nueva situación en el cultivo de girasol se produce tanto de unos buenos precios para la pipa esta próxima campaña al hilo de la situación al alza de los mercados internacionales especialmente por la invasión de Ucrania, como por sus menores costes de producción. Muchos agricultores ya han suscrito contratos con industrias a más de 0,90 euros kilo de pipa, frente a los 0,50-0.60 euros de la campaña pasada .En materia de costes de producción, frente a unos gastos de unos 360 euros por hectárea de cereal de secano, en el girasol los gastos en abonado son inexistentes con carácter general o muy reducidos allí donde se opta por un abonado ligero. Finalmente, en este comportamiento de las siembras, ha jugado un papel importante la decisión del gobierno de eliminar la exigencia de dejar un 5% de las superficies de cultivo como barbecho de interés ecológico que suponen unas 600.000 hectáreas que en parte irían para girasol.
Con una demanda de unas 300.000 toneladas para el consumo doméstico, más de 300.000 para la industria alimentaria y otras cantidades para otros fines, la actual cosecha de unas 800.000 toneladas de pipas se queda muy corta al suponer solo una producción de unas 330.000 toneladas de aceite. Ello significa que se mantiene una fuerte dependencia exterior, como mínimo de 500.000 toneladas que en su mayor parte procedían de Ucrania, de otros países del este y de Francia.
De acuerdo con los datos manejados por José Antonio García de Tejada, responsable de oleaginosas de la Asociación de Obtentores Vegetales ANOVE, la producción española de semillas de girasol se estima en unos 10 millones de kilos. Sin embargo, señala que, de esa producción más de un 70% se comercializa en el exterior para su siembra, especialmente en Rusia y Ucrania, países de donde España lleva a cabo a su vez las mayores importaciones de pipa y sobre todo de aceite de girasol crudo para su refino en España. Desde ANOVE reclama la potenciación del cultivo para evitar la actual dependencia con el uso de una parte de esos 2,3 millones de hectáreas de barbechos que hay en el país y de las Superficies de Interés Ecológico, ese 5% que está obligado a no cultivar el agricultor para acceder a los pagos de la PAC, condición eliminada esta campaña para paliar la crisis derivada de la invasión de Ucrania.
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