La sequía disparará las importaciones de cereales

Año negro para el sector por la caída de la producción a solo unos nueve millones de toneladas y por la subida de los costes

A las puertas de la entrada de las máquinas en las explotaciones, allí donde la sequía no se ha llevado por delante hasta la paja, las estimaciones sobre la próxima cosecha son muy dispares, aunque analizando las mismas, hay cierto grado de coincidencia al cifrar la cosecha para el conjunto de los cereales de invierno y primavera (donde se incluye el maíz) entre los ocho y los de diez millones de toneladas en el caso más favorable, con reducciones medias entre un 45% el 65%.

Desde las Cooperativas Agroalimentarias, la cosecha total estimada se elevaría a 9,1 millones de toneladas frente a los 17.68 millones de toneladas de la campaña anterior. El trigo blando caería de algo más de cinco millones a 2,87 millones de toneladas; el trigo duro de 0,6 a 0,18 millones de toneladas; la cebada de 6,57 a 3,6 millones; el maíz de 3,8 a 2,04 millones de toneladas; la avena de 662.000 a 123.000 toneladas; el centeno de 181.000 a 32.000 toneladas y el triticale de 572.000 a 108.000 toneladas. Para las Cooperativas Agroalimentarias, señala el responsable de cereales, Antonio Catón, la sequía ha supuesto el hundimiento de los rendimientos por hectárea para el conjunto de los cereales, pasando de los 3.000 kilos a los 1.670 kilos. En el trigo blando la reducción habría sido de 2.670 a 1.630 kilos; en trigo duro de 2.140 a 1.180; en cebada de 2.740 a 1.500, con grandes diferencias en cada territorio .Mientras en la mitad norte hay zonas con más de los 2.500 kilos, en la mitad sur dominan las superficies con menos de 600 kilos por hectárea. Antonio Catón, ante situaciones como ésta de bajas cosechas y fuerte subida de los costes, señala la necesidad de una mayor unidad de los agricultores a la hora de adquirir los medios de producción y especialmente los abonos.

Desde ASAJA la cosecha de los cereales de invierno se sitúa en unos cinco millones de toneladas, 2,12 millones de trigo blando, 216.000 toneladas de trigo duro, 2,4 millones de toneladas de cebada, 123.000 toneladas de avena, 31.000 toneladas de centeno y 103.000 toneladas de triticale, lo que supone más de nueve millones de toneladas menos que la campaña anterior. La organización critica la política comunitaria de abandonos y de restringir el uso de abonos o productos fitosanitarios que impiden aumentar y proteger las cosechas y provocar una mayor dependencia exterior

Para Coag, la producción de los cereales de invierno en las superficies de secano se situaría en menos de cinco millones de toneladas. Para UPA esa cifra se eleva a más de siete millones de toneladas en función de las lluvias caídas en las últimas semanas en la mitad norte. Los almacenistas de cereales la cifran en ocho millones, frente a los 14,7 millones del año pasado

Frente a la situación española de hundimiento de la producción, no sucede lo mismo en otras latitudes, otros países comunitarios o en terceros países, muy especialmente en grandes productores como Estados Unidos o Brasil para materias primas como soja o maíz. Datos del último estudio del Departamento norteamericano de Agricultura señalan un balance mundial para el conjunto de los cereales en esta campaña de 2.834 millones de toneladas frente a los 2.744 millones de la campaña anterior y que, sumados a los stocks, dan unas disponibilidades totales de 3.599 millones de toneladas frente a una demanda estimada de 2.818 millones, lo que arroja un stock final de campaña de 780 millones.

 En trigos, la producción se cifra en 800 millones que sumados a los stocks sitúan la oferta en 1.066 millones de toneladas para un consumo estimado de 796 millones.

En cebada, la producción de 148 millones de toneladas sumada a los stocks hacen una oferta de 167 millones para una demanda de 149 millones de toneladas.

Finalmente, en maíz, la producción esperada es de 1.222 millones de toneladas que sumada a los stocks elevan la oferta a 1.520 millones para un consumo estimado en 1.206 millones de toneladas.

En España, las importaciones de cereal, tanto para la alimentación humana como para la fabricación de piensos y otros usos, van a ser aún más las principales protagonistas de los mercados. España, con unas cabañas ganaderas muy importantes en el seno de la UE, especialmente en porcino y en avicultura, es un país netamente importador de materias primas.

Según los balances de cereales que elabora el Ministerio de Agriculturas las estimaciones para la campaña de 2022/2023 contemplaban una producción de 18 millones de toneladas a las que se sumaba un stock de 2,8 millones de toneladas para una demanda total de 36,5 millones de toneladas de los que 26,3 millones correspondían a la alimentación animal, algo más de cinco millones para alimentación humana, además de otros usos como un millón de toneladas para semillas y otros 3,2 millones de toneladas para usos industriales, de los que 900.000 eran para la obtención de biometano.

Con estas cifras en la mano, las importaciones en ese periodo se estimaban en casi 19 millones de toneladas. En la situación actual con una cosecha máxima entre los nueve y los diez millones de toneladas, las necesidades de importaciones se elevarían a unos 26/27 millones de toneladas.

Este año, la cosecha va estar en los puertos y a precios de los mercados mundiales hoy no precisamente al alza, aunque en esto de los mercados mundiales, globalizados e interdependientes, donde mandan unos pocos, todo puede cambiar de la noche a la mañana.