07/05/2023 18:51
España deberá aumentar en la próxima campaña sus importaciones de cereales en más de un 30% pasando de poco menos de 19 millones a unos 26 millones de toneladas ante las previsiones de una cosecha de solo unos 12 millones de toneladas. Los ganaderos, si no hay convulsiones en los mercados, tendrán a su favor la existencia de buenas cosechas en los países tradicionalmente proveedores desde el resto de la UE y en terceros países, lo que podría frenar los incrementos de los precios. Por el contrario, para los agricultores, a la cosecha bajo mínimos se suman los incrementos de los costes de producción en un 30% y los precios de los cereales estancados.
Con una cosecha anterior a la baja de solo unos 18,3 millones de toneladas, España llevó a cabo unas importaciones de casi 19 millones de toneladas para cubrir unas necesidades que se hallan prácticamente estabilizadas en unos 36 millones de toneladas, de las que 26 corresponden a la alimentación animal. En la campaña actual, no existen datos oficiales sobre previsiones de cosecha. Desde Cooperativas Agroalimentarias, considerando los efectos de la sequía en las zonas de la mitad sur de la península donde ya prácticamente el calor y la falta de agua han hecho la siega y en otras zonas al norte como la parte alta de Castilla y León, Rioja, Alava, Navarra y parte Aragón y Cataluña donde los cultivos aún aguantan a cosechar, se teme que la cosecha no supere los 12 millones de toneladas. Se mantienen los interrogantes sobre las producciones de maíz por la reducción de superficie de 360.00 a poco más de 300.000 hectáreas y por la falta de disponibilidades de agua suficiente en muchas zonas, especialmente en la mitad sur.
En conjunto, en una primera aproximación, en el maíz se estimaría una cosecha de unos 2,5 millones de toneladas frente a los 3,8 millones de la campaña anterior; en trigos se pasaría de los 6,1 millones de toneladas en la campaña anterior a solo cuatro millones; para la cebada la cosecha se situaría en unos 4,5 millones de toneladas frente a los 6,7 millones de toneladas del pasado años y cifras record anteriores de nueve millones de toneladas. Para el resto de los cultivos de cereales de invierno, la cosecha en su conjunto de avena, centeno, triticale etc, no llega al millones de toneladas frente a los 1,8 millones del año anterior. En total una cosecha bajo mínimos que solo podría llegar a entre 11 y los 12 millones de toneladas, similar a los 11,3 millones de las habidas en los años 1995 y 2005, a años luz los 27 millones de 2020 y de una media de entre los 23/24 millones
Esta debacle en las cosechas acelera los problemas en el sector consecuencia de un incremento de los costes de producción en un 30% hasta superar los 35.000 millones de euros y la imposibilidad de lograr un equilibrio de cuentas en la explotación. Según datos oficiales, los gastos en semillas pasaron este año de 1.208 a 1.244 millones, los de energía de 2.385 a 3.566 millones de euros, los de fertilizantes 2.217 a 3.243 millones y los piensos de 14.200 a 19.000. El seguro contra la sequía que podía ayudar a paliar los efectos de la falta de lluvias,solo se suscribió sobre el 20% de los 18 millones de hectáreas en secanos que tienen posibilidades de hacerlo, al no estar de acuerdo el sector con las exigencias, condiciones y coberturas de contempladas en esa línea.
Frente a esta situación en el interior, en el exterior se manejan buenas perspectivas de cosechas. En la UE, se estima un aumento del 7% hasta los 284 millones de toneladas. Igualmente hay expectativas favorables en países del este y en terceros países como Brasil, por lo que no se prevén dificultades de abastecimiento y en, principio, a precios disparados. Las disponibilidades de trigos para importa en España han venido tradicionalmente de Francia, Ucrania, Bulgaria o Rumanía; de maíz desde Francia, Brasil y Rumanía y de cebada fundamentalmente desde Reino Unido y Francia.
De cara a las necesidades de cereal para la próxima campaña, las mismas se podrían reducir en un 5% en la demanda para alimentación animal caso de se impongan las exigencias previstas sobre bienestar con lo que ello conlleva de ajuste de cabañas y no ampliación de granjas por dificultades económicas parar invertir y por falta de permisos para ampliar las instalaciones.
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