Prácticamente la totalidad de los productos alimentarios que se comercializan en la Unión Europea cumplen con la norma sombre los niveles de residuos de plaguicidas permitidos. Entre los escasos incumplimientos encontrados en las pruebas llevadas cabo por la Autoridad Europea en Seguridad Alimentara, la EFSA, se hallan los pomelos importados y muy especialmente los procedentes de Turquía.

Según el último informe publicado, en 2021 se recogieron 87.863 muestras de las que un 96,1% se hallaban en  los límites permitidos.

Dentro de esos controles, destacan los llevados a cabo para una cesta de un docena de los productos más consumidos sobre un total de 13.845 muestra de berenjenas, plátanos, brócoli, setas, pomelos, melones, pimientos, uvas, aceite de oliva, trigo, grasa de bovino y huevos. Sobre esas muestras, un 59% estaban totalmente exentas de residuos, un 38% contenían uno o más residuos en concentraciones iguales o inferiores a los niveles permitidos y solo el 2,1º% tenían unos residuos por encima de esos niveles. En 2018 ese porcentaje era del 1,8%, por lo que la situación ha empeorado ligeramente.