La futura normativa de bienestar animal preocupa a los ganaderos

Exigiría más inversiones y más capacidad en las instalaciones y provocaría una menor producción con más dependencia exterior

La Comisión de la Unión Europea ha puesto en marcha  los mecanismos para revisar antes de finales de este año la actual legislación sobre bienestar animal y avanzar en su mejora adaptando la misma a los nuevos conocimientos científicos que existen en la materia.  Bruselas apunta a nuevas directivas sobre los sectores donde ya existe una normativa como avicultura de puesta, de carne, de porcino y vacuno, nuevos reglamentos sobre transporte y sacrificio y además se plantea extender la misma política a otros sectores como vacuno de leche, patos, gansos o codornices. .En todos los casos, la Comisión pretende aumentar la apuesta por la eliminación total de las jaulas, mayor espacio por animal estabulado, más presencia de animales en el exterior de las granjas, además de otras cuestiones añadidas como la formación de los trabajadores. En realidad nada nuevo sino, más bien, un paso más en un viejo y actual debate sobre la llamada sostenibilidad, en las prácticas medioambientales, el bienestar animal, modelos de producción, el autoabastecimiento y la dependencia exterior.. Los nuevos cambios preocupan a los ganaderos por la necesidad de  más inversiones y ampliación de instalaciones para producir lo mismo o menos  que puede provocar una mayor dependencia exterior donde  no se  piden las mismas exigencias

Uno de los retos de la Política Agrícola Común se concretaba es ofrecer a los  consumidores, una oferta alimentaria suficiente en volumen y calidad a unos precios asequibles. En el caso de las carnes, al margen del avance de los consumidores veganos vegetarianos, flexitarianos… por ideología, por la defensa del medio ambiente, por objeciones de conciencia, por estar contra el uso excesivo de agua o recursos naturales, por estar contra la crueldad de los sacrificios.. la realidad es que domina la demanda de esta oferta alimentaria en el consumo. Ello supone que para cumplir con ese objetivo de oferta alimenta abundante, segura y a unos precios accesibles, haya sido necesario el desarrollo de modelos de explotación más intensivos, más estabulación, más eficientes, con unan gran capacidad para la transformación de piensos en carnes, donde en paralelo se crean dudas sobre el cumplimiento de los estándares básicos sobre bienestar animal, dando por descartado el puro maltrato animal.

Las nuevas exigencias sobre bienestar animal probablemente tengan algún efecto positivo sobre la calidad de las carnes de animales con menos stress, como aseguran de las leches de pastoreo, no sobre la seguridad de alimentaria en cuanto los vigentes mecanismos de control se han manifestado mayoritariamente eficaces. Lo que sí es seguro es que su aplicación va a tener un efecto muy importante negativo sobre los datos económicos del conjunto de las explotaciones afectadas desde las actividades de cría engorde hasta los transportes y el sacrificio.

Desde la perspectiva de los ganaderos, las reformas supondrán más costes a sumar a los derivados del medio ambiente, mayores costes de producción, más inversiones en instalaciones y previsiblemente menos producción. En avicultura de puesta, donde ya sufrieron y superaron hace una década la modificación de las jaulas con más espacios, comederos, bebederos, etc, se añadiría una nueva reforma donde se incrementaría en un 30% la superficie a disponer por cada animal. Desde el sector se apunta a inversiones de unos 1.000 millones sobre una facturación de unos 9.000 millones. En avicultura de carne, desde el sector se estima que las futuras nuevas medidas supondrían una reducción al 50% de los animales por metro cuadrado, lo que se traduciría en la necesidad de duplicar la superficie en granja para tener la misma producción, gastos que se suman al cumplimiento de las medidas relacionadas con el medio ambiente que los ganaderos estiman en un 20% de los costes. En porcino se estima que actualmente los costes por eliminación de subproductos suponen entre dos y tres euros por cada 100 kilos de peso de un animal, cifra que se multiplicaría por cinco con las nuevas medidas sobre bienestar. En vacuno de carne se estima un impacto más reducido en el caso de los cebaderos. Preocupa, como en los demás sectores el incremento de los costes en el transporte.

Desde la perspectiva de los consumidores, previsiblemente también habrá más precios siempre que se cumpla lo previsto en la Ley de la Cadena. Los interrogantes se concretan en la evolución de la demanda por la subida de los precios.

 Desde la parte de los mercados, previsiblemente también, pérdida de competitividad frente a terceros, menos exportaciones y más importaciones de productos inicialmente más baratos, seguramente sin haber cumplido desde la cría al sacrificio las exigencias sobre bienestar animal que se pide a los productores comunitarios. Nada nuevo sobre esta y otras nuevas políticas que salen desde los despachos de cristales tintados de Bruselas que impiden ver la calle.

La aplicación de la estrategia “De la granja a la mesa” con dominio de exigencias en materia de clima y medio ambiente, suelos, reducción de abonos, de zoosanitarios y también sobre bienestar animal, desde organismos de Bruselas como el Centro de Investigación JRC y de diferentes universidades comunitarias se estimó que la misma iba a suponer reducir en diferentes porcentajes las producciones agrícolas y ganaderas, un incremento de los precios al consumidor, más importaciones, menos exportaciones y, a la postre, más dependencia exterior y menos autoabastecimiento. La invasión de Ucrania de donde había elevadas compras de materias primas ha sido la advertencia más reciente sobre bajar los brazos en materia de producciones comedidas que lo incitan

Tres años más tarde, los que deciden en Bruselas apuestan indirectamente por bajar algunas producciones de carnes en base al bienestar animal, mientras no se aplicar las mismas medidas a las importaciones