Los ganaderos cierran o reducen su potencial productivo por el aumento de los costes

El objetivo es rebajar pérdidas y que las mismas no provoquen el cierre de las explotaciones

Al igual que sucediera en la primera fase del Covid con el cierra de la restauración, hoy, el incremento de los costes de producción provocado por la subida de los precios de los piensos o las energías, han provocado una reacción generalizada en el conjunto de las cabaña ganaderas en línea de ajustar las posibilidades de producción, no trabajar a pérdidas, y esperar tiempos más en calma.

En la avicultura de carne donde, con una producción de 1,7 millones de toneladas domina el sistema de integración con grupos de empresas-mataderos y con ganaderos integrados, la subida de los precios de los piensos y las incertidumbre sobre el comportamiento de la demanda han provocado una situación de dudas sobre el futuro que implican políticas de precaución. Todo ello impulsó a adoptar medidas de prudencia que se tradujeron en una reducción en la entrada del número de animales en las explotaciones, así como unos mayores plazos a la hora de programar los periodos entre una y otra crianza. Desde la interprofesional del sector, Avianza, se estima que la subida de los costes ha provocado una situación de pérdidas para los ganaderos, por lo que consideran normal que en determinados momentos, algunos productores metan menos pollos para su engorde o que se alarguen los periodos entre una y otra crianza.

En la avicultura de puesta, con una producción casi mil millones de docenas en base a un censo de 47 millones de animales, la subida de los precios de los piensos en más de un 40%, han constituido el principal problema de los granjeros donde el precio de salida de explotación de 1,2 euros docena para un huevo producido en el sistema de jaula, no compensa los costes de alimentación, a los que se suman los correspondientes a los de la energía. Los problemas en el sector por el encarecimiento de los costes, se ha aliviado en parte ante la posibilidad de mayores exportaciones. Tradicionalmente las ventas en el exterior de huevos y de los ovoproductos han supuesto aproximadamente el 20% de la producción. En este momento, todas esas posibilidades se han ampliado consecuencia de la gripe aviar que afecta a más de 2.000 explotaciones en otros países de la UE. Igualmente, con el mismo problema se hallan los Estados Unidos donde también se han abierto nuevas posibilidades para exportar. No obstante esa situación actual de los mercados, desde la interprofesional se estima que en la reposición de animales se ha registrado un recorte medio del 4%.

El vacuno de leche, por la subida de los costes de producción básicamente de los piensos y la energía, sumados a los bajos precios de venta, hicieron que en los últimos tres años se pasara de 838.00 cabezas en 2020 a 824.000 en 2021 para situarse a inicio de este año en 802.000 con perspectivas de seguir bajando a corto plazo. La caída de la producción de leche entre un 3 % y un 4% en grandes países productores como Nueva Zelanda o Australia, de casi un 2% en Estados Unidos y del 0,7% en la UE, dio lugar a subidas de precios en todos los mercados que, sin embargo, las industrias que operan en España no los repercutieron en su momento, lo que se tradujo en más abandonos de animales para su destino a mataderos cuando sus niveles de producción no compensaban los costes y animados por los buenos precios de la carne. En este momento, en medios ganaderos, aunque han mejorado los precios, se espera un aumento de la salida de animales de las granjas, una vez hayan cubierto el periodo de cuatro meses al año exigido para el cobro de la ayuda comunitaria.

Esta reducción de cabezas de la producción no va a suponer nada a efectos de la oferta en cuanto España, con una demanda superior a los nueve millones de toneladas entre leche y derivados lácteos, seguirá dependiendo de las importaciones básicamente de los demás países comunitarios.

En vacuno de carne, los problemas en el sector ya vienen de atrás y se remontan al periodo inicial de la pandemia en 2020 con el cierre de la restauración y caída de la demanda de productos de calidad que ya dejaron tocadas las explotaciones. El sector supone una producción de carnes de unas 700.000 toneladas a las que se suman otras 50.000 toneladas correspondientes a 199.000 cabezas de ganado exportadas especialmente a los países del norte de África. Argelia ha sido unos de los principales clientes y actualmente tiene cerradas sus compras. La exportación de carne se eleva a unas 200.000 toneladas.

Consecuencia de los incrementos de los costes se ha producido una reducción en la entrada de animales en cebadero y muy especialmente los importados de Francia que pasaron de más de 400.000 a unos 300.0000. En este contexto, los precios de la carne han experimentado una fuerte subida como para que ganaderos de leche se hayan decidido por el sacrificio de las vacas con menos rendimientos. Se teme que la actual podría ser superior, aunque sus efectos sobre la oferta no se verían hasta pasado medio año.

En porcino, la crisis de los costes provocada por la subida de los precios de los piensos y de otros medios de producción ha llegado al sector cuando el mismo disfrutaba de unos precios elevados en origen superada la crisis de años anteriores. En esta coyuntura, el efecto ha sido menos grave, si bien desde la organización sectorial Anprogapor no se descarta algún ligero ajuste o estancamiento de la producción tras años de crecimiento hasta superar los cinco millones de toneladas de los que 3,2 millones se exportan. En este contexto, en el peor de los casos se avistaría un ligero ajuste en la importación de lechones que se sitúa en 2,2 millones de animales que necesita el sector cada año para atender sus operaciones comerciales.

Otro fenómeno que ha provocado la crisis actual ha sido un aumento de los ganaderos que buscan contratos de integración para lograr más seguridad y estabilidad frente a su funcionamiento por libre en los mercados.