La sequía hunde la cosecha de aceite y pone en riesgo mucho olivar

Los precios seguirán altos por el mantenimiento de una elevada comercialización, sobre todo en el exterior

La sequía prolongada y la falta de agua para riegos van a suponer una cosecha de las más bajas de la última década a pesar del incremento de las superficies de cultivo y, sobre todo, está poniendo ya en dificultad a miles de hectáreas donde la falta de lluvias está afectando a los árboles que ya presentan ramas secas. Las lluvias en las próximas semanas cambiarían ya poco las previsiones de cosecha, tal como se hallan los frutos, pero serían una solución para el sostenimiento del olivar. En estas circunstancias, los precios se mantienen elevados con operaciones a más de cuatro euros kilo parta un aceite virgen extra

A varias semanas para recolección de la próxima campaña olivarera, las previsiones en diferentes medios sitúan la misma con menos de un millón de toneladas , un volumen igual al estimado desde Bruselas para España por el Copa-Cogeca y ligeramente superior a ese millón de toneladas según la industria. El conjunto de las previsiones suponen un descenso en el entorno del 40% sobre la producción de 1,49 millones de toneladas de la campaña anterior, lo que se aventura supondrá el mantenimiento de las tensiones en los mercados con precios elevados.

Esta cosecha, aunque se halla alejada de la cosecha record de 1,8 millones de toneladas de 2018, es una de las más bajas de la última década, solo por encima de las 618.000 toneladas de 2012-13 y de las 842.000 toneladas de la campaña 2014-15, pero, menos alejada de la media de 1,3 millones de toneladas de la última década. El sector olivarero ha demostrado que, además de sus posibilidades para producir el 40% de la oferta mundial, es capaz de su comercialización en todo el mundo, lo que ha supuesto en la última década la necesidad  de unas importaciones para abastecer esa demanda que han pasado de unas 70.000 a más de 200.000 toneladas año con una media de 175.000 toneladas. Ello probaría además que, ni con las producciones muy altas, es un sector excedentario.

Con una superficie de cultivo de 2,7 millones de hectáreas, el sector cuenta en la actualidad con casi 0,8 millones de hectáreas de riego por diferentes sistemas donde en los últimos tiempos ha ido ganando peso el de goteo o riego localizado. Esta campaña, consecuencia de la sequía, los riegos en la zona sur sufrieron importantes restricciones que han afectado de manera muy importante al olivar.

Esta campaña se inició el pasado uno de octubre con unas existencias de 450.000 toneladas a las que se sumaría la cosecha por debajo del millón de toneladas y unas importaciones medias de otras 200.000 toneladas. Frente a estas disponibilidades, la demanda interior aumenta muy discretamente hasta unas 570.000 toneladas, si bien las ventas en el exterior siguen en niveles muy altos en el entorno de 1,1 millones de toneladas, si bien unas 400.000 corresponden a graneles para los envasadores italianos.

Ante el fuerte ajuste entre las disponibilidades y la demanda, se estima que habrá un mantenimiento de los actuales niveles de los precios en origen donde el virgen extra ya ha superado los cuatro euros, mientras el virgen se sitúa en los 3,8 euros. Según los datos oficiales, los precios del aceite al pasado mes de agosto suponían un incremento del 14,9% sobre la campaña 2020-21 para un virgen, del 17,1% para un virgen extra y del 23,25% para un lampante o de peor calidad. Respecto a la media de las últimas cuatro campañas, los incrementos serían del 43,91%, el 51,7% y del 57,53% respectivamente. Los industriales señalan no haber repercutido toda esa subida al consumo.

La sequía, con unos efectos similares, se ha repetido en otros países productores comunitarios como LItalia, donde, aunque es muy difícil conocer sus cifras reales, habría registrado un descenso del 25% hasta unas 340.000 toneladas, en Portugal la caída sería del 40% sobre su cifra record de 200.000 toneladas y solo crecería un 29% en Grecia con entre 250.000 y 300.00 toneladas. Los efectos negativos de la climatología también se habrían registrado en los países productores del norte de África.