La ola de calor reduce producciones y eleva más los costes en el sector agrario
Olivar, viñedo, cereal, girasol, avicultura o leche, entre los sectores más afectados
La fuerte ola de calor registrada en las últimas semanas está afectando directa y muy negativamente al conjunto del sector agrario con una reducción de las producciones y además con un incremento en los costes de producción especialmente en algunas cabañas ganaderas intensivas y por el regadío en la agricultura. A los efectos negativos confirmados ya en el caso de los cereales, se han sumado otros como olivar, viñedo o girasol.
En los cereales de invierno, especialmente trigo, cebada, avena, centeno y triticale, a escasas fechas para la finalización de la recolección, se han ido confirmando las previsiones negativas con una cosecha de menos de 15 millones de toneladas, frente a los 21 millones de la campaña anterior y dudas sobre la cosecha de maíz en los próximos meses por las disponibilidades de agua. La producción total se estima en poco más de 18 millones de toneladas frente a los más de 24 millones del pasado año según las Cooperativas Agroalimentarias.
El girasol, a la vista de los precios al alza de los mercados exteriores por la invasión de Ucrania y las medidas adoptadas por Bruselas para ofrecer nuevas posibilidades de cultivo en tierras que, en principio estaban destinadas a barbecho o para rotaciones de cultivos, la superficie se incrementó desde poco más de 700.000 a unas 900.000 hectáreas. La falta de lluvia, sumada a los fuertes calores, han afectado muy negativamente a los resultados. Los primeros datos en la recolección iniciada en la provincia de Cádiz, han ofrecido una producción de solo 1.050 kilos por hectárea frente a medias de años precedentes de 2000 kilos. Ello supone que seguirá una fuerte dependencia exterior para atender las necesidades del consumo interior. Gallardo estima que con las nuevas reglas de juego abiertas por Bruselas para aumentar las superficies de cultivo, se han utilizado muchas tierras que no estaban preparadas para ello y que se podrían desembocar a nivel nacional en unos rendimientos medios de solo unos 700 kilos por hectárea.
En el vino, la situación provocada por la ola de calor se califica como muy negativa, si bien no se pierde la esperanza de que un cambio en las temperaturas y lluvias en agosto y hasta en septiembre puedan dar un giro a la situación actual. En la reciente reunión celebrada entre el sector y Agricultura nadie se atrevió a dar cifras. En principio, las previsiones apuntan a una cosecha de entre un 15% y un 20% por debajo de unas cosechas medias que se podrían situar en unos 42 millones de hectolitros.
En el olivar, la floración de primavera hacía presagiar un buen año, pero no ha sido así. Las elevadas temperaturas se han sumado a la insuficiencia de agua para riegos, lo que se teme pueda dar lugar a una reducción de la cosecha en una media de un 15% a un 20% sobre la ya baja cosecha anterior de solo 1,5 millones de toneladas. Sobre una superficie de 2,7 millones de hectáreas de las que un 93% son para oliva de almazara, unas 900.000 disponen de diferentes sistemas de riego, aunque se temen igualmente dificultades para disponer de recursos suficientes.
En estas circunstancias, en el olivar se teme además que, con una cosecha a la baja, consecuencia de una caída de la demanda en los hogares por la crisis, los precios del aceite de oliva, en lugar de subir o estabilizarse, sufran reducciones.
En frutas, los efectos de la ola de calor, en líneas generales, no han sido graves según los datos de la Federación de la Productores. Se teme sin embargo que los efectos sobre los arboles se puedan reflejar en el próximo ejercicio.
En la ganadería, al margen de los problemas de los suministros de agua para las explotaciones extensivas en el campo, especialmente en la mitad sur, para las explotaciones más intensivas, las olas de calor están suponiendo más problemas de costes, menos rendimientos y más mortalidad
En el caso de la leche de vacuno, las olas de calor han provocado en esos días una reducción en los rendimientos de las cabañas lecheras en una media del 12%, llegando incluso hasta el 30%.
Consecuencia de los fuertes calores, en las explotaciones intensivas, especialmente en la avicultura o en el porcino, los granjeros se han visto obligados además a utilizar todo los medios posibles para refrescar las instalaciones a base de energía, sumando así otro incremento de costes no evitando la muerte de muchos animales..