Año agrario marcado por la sequía

Caída de producciones y precios al alza, menos en los cereales; siniestralidad record con 1200 millones y abono extra de más de 1.000 millones al sector por los efectos de sequía y la invasión de Ucrania

La sequía y sus consecuencias, tanto en siniestralidad como en ayudas directas extraordinarias, fue la protagonista más importante del sector agrario en 2023. Desde la perspectiva de las producciones, una caída en volumen total estimada en el 8% con un incremento medio de los precios del 12%, junto a un descenso de las cotizaciones de los medios de producción del 4,6%, tras las fuertes subidas en 2021 y 2022. Oficialmente cerró el año con el ya conocido incremento de la renta del 11% fundamentalmente por frutas y verduras, porcino y leche que suman más de 45.000 millones de los 65.000 que supuso el Valor de la Producción Final Agraria. Pero a pesar de ello, todo el sector denuncia los fuertes incrementos de costes y la excesiva burocracia para aplicar la nueva PAC en este primer año de vigencia

La climatología adversa tuvo también otros efectos. La siniestralidad agraria registró su cifra más alta con 1.200 millones de euros frente a unas primas de 800 millones que provocaron un debate sobre la viabilidad y las salidas al seguro agrario donde las empresas barajan básicamente elevar las primas, reducir las coberturas y más subvenciones para ajustar resultados. Agricultura aportó 40 millones más de fondos hasta los 358 millones pudiendo llegar las subvenciones hasta el 70% de las primas para jóvenes profesionales.

Para paliar sus efectos, desde el Ministerio de Agricultura se destinaron al campo, de forma extraordinaria, más de 1.000 millones de euros en ayudas directas fundamentalmente para paliar los efectos la sequía y los derivados de la invasión de Ucrania: 300 millones para compensar la compra de fertilizantes, 240 para apoyar la compra de gasóleo, 355 millones para ayudas a los sectores ganaderos, a razón de 157 euros por vaca de carne, 61 por vaca de leche, 18 por cabeza de ovino y caprino de carne y 11 por ovino y caprino de leche; otros 268 a los agricultores, cinco para los apicultores, así como otras medidas de fiscalidad o financieras..

Consecuencia de la sequía se hundió la cosecha de cereales a poco más de 10 millones de toneladas frente a los 17 de la campaña anterior y los 24 de 2021.En vino se fue abajo la producción, pero lo más grave es que también se hundieron los precios por falta de demanda

En el olivar, por sequía y falta de agua para riego, ya son dos años de hundimiento de la cosecha de aceite de oliva con menos de 700.000 toneladas, a pesar del importante avance de las superficies en regadío y en espaldera por goteo, frente a una media de 1,4 millones de toneladas. En este caso, a diferencia de los cereales, la caída en volumen se está compensando parcialmente con la subida de los precios hasta más de ocho euros litro. El impacto negativo es una reducción en la demanda en más del 40% en el mercado interior y una línea similar en el exterior.

Otra de las producciones más afectadas por la sequía fue el vino con una producción de solo 30, 6 millones de hectolitros frente a los 35,7 de la campaña anterior fue el vino. Al problema de la caída de la producción, en este caso se suma la permanente caída de la demanda en el mercado interior hasta solo menos de 10 millones de hectolitros y el mismo fenómeno en los mercados exteriores frente a la competencia de terceros países en el segmento bajo de las cotizaciones.

Producciones agrícolas afectadas serían el maíz en regadío y el arroz, además de diferentes cultivos leñosos.

La falta de pastos por la sequía afectó al conjunto de las explotaciones de ovino y vacuno extensivo en todo el territorio al suponer unos mayores gastos en la compra de forraje, mientras, en la parte positiva, bajaban los precios de los cereales. Siguió la reducción de explotaciones que, en el vacuno de leche se situó ya en menos de 11.000. En el vacuno de carne, el sector se benefició de los ajustes en los precios de los cereales, si bien se mantuvo el recorte de explotaciones y censos por la reducción del consumo y un aumento de las importaciones más baratas desde otros países comunitarios como Polonia. Ovino y caprino siguen su línea de ajuste tanto en la producción como en demanda. La sequía afecta igualmente a los costes de producción del cerdo ibérico de la dehesa con una reducción de los sacrificios en más de un 13%.

En el porcino de capa blanca, el problema no fue la sequía, sino los incrementos de los costes que se compensaban con un incremento de los precios de venta aupados por un aumento de las exportaciones especialmente a China. La recuperación de la cabaña de ese país tras superar la peste porcina, supone hoy un interrogante importante para el sector con una producción elevada pensada en el exterior que trata de abrir nuevos mercados para seguir creciendo.

En el sector ganadero en su conjunto destaca este año la aparición de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica que pasó de Andalucía a todas las Comunidades Autónomas con efectos negativos para la rentabilidad de las explotaciones por tratamientos, abortos o muertes, enfermedad a la que se sumó la de la viruela ovina y caprina, afortunadamente erradicada.

Hace un año por estas fechas, Agricultura sacaba contra reloj una importante batería de disposiciones para aplicar la reforma de la Política Agrícola Común donde entre otros puntos novedosos destacan aspectos como la política redistributiva para las pequeñas explotaciones o los techos en las ayudas junto a nuevas medidas medioambientales como los porcentajes sobre barbechos, la rotación de cultivos y la implantación de los ecorregímenes o prácticas medioambientales más estrictas para acceder a mayores ayudas, donde un dato positivo es que se hayan acogido a las mismas agricultores ganaderos de forma masiva con más de 22 millones de hectáreas. La PAC ha supuesto más burocracia, a pesar de lo cual el sector ha respondido a la misma, aunque tras este primer año serían necesarios ajustes para mejorar su eficacia.

De la presidencia comunitaria que tuvo España en el segundo semestre del año, en el caso del sector agrario y agroalimentario, hubo muchos temas de calado debatidos con avances y divisiones entre los países con la cuestión medioambiental de fondo, pero pocos acuerdos donde destacan las Indicaciones Geográficas Protegidas y un nuevo etiquetado en la miel para que no se engañe al consumidor.

Debates sin cerrar, algunos como las Nuevas Técnicas Genómicas, el bienestar animal, la sostenibilidad de los suelos y el uso de fitosanitarios o el control de vista.las importaciones agroalimentarias vía la cláusula espejo. Poner de acuerdo a una mayoría era un reto imposible con unas elecciones a la